martes, 28 de julio de 2020

LAZOS DE TINTA Enrique D. Zattara

Novela, 365 pag.

Leandro, un veterinario con aficiones literarias que vive en un pueblo de provincias de la Argentina, y que lleva su nombre como homenaje a Leandro Alem, fundador de la Unión Cívica Radical, se propone escribir una recreación histórica para comprender el origen de la perenne división – entre peronistas y gorilas – que divide a la sociedad argentina desde hace casi un siglo. Para ello, intenta contar la historia de su abuelo, al que admira, un joven idealista que derivó del anarquismo al yrigoyenismo para convertirse en la última mitad de su vida en un feroz antiperonista.
Pero más allá del desarrollo de una trama en la que sentimientos, intereses, política y afectos familiares se encuentran y desencuentran, en la novela van apareciendo elementos que problematizan y ponen en cuestión el papel mismo de quien la cuenta, derivando hacia una solapada reflexión sobre la relación entre el narrador y sus personajes, lo que es tanto como decir, entre la realidad y la ficción.
El autor (quien ha publicado anteriormente la novela Dos cuervos en la rama y los cuentos de Fotos de la derrota y Ser feliz siempre es posible) se pregunta en este libro sobre el fundamento de la creación artística, sin abandonar sin embargo su temática favorita: el peso de la historia y del poder en la vida de los individuos.
Disponible en kindle y paperback aquí


VISITANTES CONFINADOS Taller de Escritura de El Ojo de la Cultura

Relatos sobre la pandemia, 149 pag.
Cuentos de José Luis Gutiérrez Trueba, Tatiana Beca, Carmen Almenara, Natalia Casali, María Victoria Cristancho, Claudia Lozano, Martín Belzunce, Amanda Vilanova, Alfonso Montilla, Javier García Durán, Laura Kauer García,  Santiago Godoy Giraldo y Enrique D. Zattara

“Apenas seis meses después de que todo hubo vuelto a una normalidad que, decididamente, ya nunca sería la misma de antes de aquella larga pesadilla, el Profe sintió por primera vez que volvía a relajarse cuando, una vez a la semana, atravesaba la puerta del Beehave de Brixton para compartir mesa con el grupo de alumnos de su taller -los alumnos de taller literario del Profe más que alumnos eran sus amigos- a la salida de las sesiones que habían vuelto a estabilizarse los días miércoles entre las siete y las nueve de la noche.
“Lentamente, el pub al que acudían puntualmente desde hacía al menos cuatro años recuperaba su ambiente de extravagancia y revoltijo de culturas y apariencias (los que se agrupaban alrededor de la mesa, siempre entre cuatro y siete, habían ido variando de acuerdo al vaivén del taller: algunos permanecían años, otros iban rotando cada tanto -sumándose y restándose al grupo básico- y otros aparecían durante un ciclo y desaparecían después para siempre; sólo él registraba, claro, una asistencia perfecta). Unos cuantos de los parroquianos habituales sin duda ya no volverían: algunos porque los angustiantes meses de con-finamiento habrían cambiado su personalidad volviéndo-los más ermitaños y más temerosos; otros, porque ya no estarían vivos”.
Estos párrafos podrían ser el anticipo de la novela futura que, quizás, alguno de los que comparten estas páginas escribirá cuando – con la debida distancia que según el gran maestro uruguayo Horacio Quiroga se requiere para describir mejor las emociones – hayamos dejado atrás la pandemia que nos tiene confinados desde hace meses en la soledad de nuestras casas, soledad sólo mitigada, y muy poco, por los contactos a través de redes y plataformas sociales, entre ellas la que usamos para mantener vivas nuestras sesiones semanales de taller literario.
Pero entretanto, la vida cotidiana sigue siendo otra: el en-cierro, la incertidumbre sobre el futuro, la suspensión momentánea, no de la incredulidad que Borges predicaba como condición de la ficción, sino de las certezas sobre las que se funda -o se fundaba hasta ahora- nuestra reali-dad.
Otra de Borges (cuyas citas, reconozcamos, son útiles para un cosido como para un zurcido): “Siglos de siglos y sólo en el presente ocurren los hechos; innumerables hombres en el aire, en la tierra y el mar, y todo lo que realmente pasa me pasa a mí...” (de El jardín de los senderos que se bifurcan). O sea: la pandemia es la tragedia de todos, pero el sufrimiento, la experiencia, el sentimiento frente al con-finamiento, es irremediablemente personal. Y a partir de esa experiencia intransferible, cada uno de los participan-tes de este libro, todos ellos alumnos del taller, decidió como contarla: con dolor, con humor, con ironía, con asombro, con proyección distópica (y cabe decir, ¿hasta dónde esta epidemia mundial que ha detenido en gran medida durante meses la vida del planeta, o al menos la ha modificado, no hace realidad distopías que hasta ahora creíamos reservadas a la ficción?)
En estos meses se han escrito miles, quizás millones de cosas sobre el coronavirus y la pandemia. Pretenciosas algunas, reflexivas otras, disparatadas muchas (incluso por parte de reputados filósofos de mucha prensa). Se ha di-cho que de aquí saldremos mejores personas, que la sociedad humana tomará conciencia de sus errores; pero también lo contrario (lo que a una edad en que empiezo a sentir que se debilita incluso el lema de mi vida, el gramsciano “pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad”, tiendo a compartir).
En todo caso, quizás lo mejor que cabe esperar es que cuando despertemos de esta pesadilla, no se haga realidad la profecía de Monterroso:
“Cuando despertó, el coronavirus todavía estaba allí”.

Disponible en kindle y paperback aquí


NUNCA PLANTARÉ UN OLIVO Patricia Terraza

  Novela , 180 pag. Patricia Terraza vuelve a sorprendernos -después del éxito de su primer libro de relatos, Lo que cuenta es la palabra- c...